Debo reconocer que los días que pasaron estuve navegando demasiado las aguas más turbulentas. Sé que hay mucha teoría sobre esto: cómo es que estas mujeres pierden el control.. no lo sé, a pesar de mi tendencia natural a teorizar prefiero no explicar todo y pensar que hay cosas que suceden y a veces uno simplemente no las puede evitar. Habíamos quedado con una promesa y yo, un poco por instinto de autopreservación y otro poco para desafiar la resistencia de Patricio, esperaba que quedara en la nada.
Ese día había logrado cierto orden agradable en el departamento, y había incluso salido a comprar varias cosas para que cuando Patricio volviera no imaginara que tenía ninguna intención de seguir provocándolo. Me había prometido el cinturón.. pero, la verdad, yo sé que tengo algún efecto de seducción en él, y que, como cualquier hombre que ha pasado gran parte del día trabajando, valora la paz que encuentra cuando vuelve a casa. Así, habiéndose calmado las aguas la noche anterior (las mías al menos) y sintiendo aún los efectos de aquella disciplina, mi mente buscaba argumentos para terminar el conflicto (que reconozco, yo misma había empezado) al menos por ahora.
Esto nos introduce un dilema acerca de la naturaleza real de la dd que tiene que ver con el momento donde uno no necesariamente quiere experimentarla. Quería, me parecía que sí.. y eso tal vez fue suficiente. Ahora me encuentro con consecuencias que (habiéndolas demandado) pueden no ser tan agradables.
Ese día había logrado cierto orden agradable en el departamento, y había incluso salido a comprar varias cosas para que cuando Patricio volviera no imaginara que tenía ninguna intención de seguir provocándolo. Me había prometido el cinturón.. pero, la verdad, yo sé que tengo algún efecto de seducción en él, y que, como cualquier hombre que ha pasado gran parte del día trabajando, valora la paz que encuentra cuando vuelve a casa. Así, habiéndose calmado las aguas la noche anterior (las mías al menos) y sintiendo aún los efectos de aquella disciplina, mi mente buscaba argumentos para terminar el conflicto (que reconozco, yo misma había empezado) al menos por ahora.
Esto nos introduce un dilema acerca de la naturaleza real de la dd que tiene que ver con el momento donde uno no necesariamente quiere experimentarla. Quería, me parecía que sí.. y eso tal vez fue suficiente. Ahora me encuentro con consecuencias que (habiéndolas demandado) pueden no ser tan agradables.
Patricio llegó a la hora de siempre, con unas bolsas que dejó sobre la mesa y me besó muy desapasionadamente. Con ese gesto me di cuenta que todas las posibilidades de que él hubiera olvidado el asunto o hubiera querido dejarlo pasar eran infundadas. Es una sensación paradógica (como tantas otras).. por un lado es frustrante que olvide, o ingore, el asunto. Por el otro es difícil enfrentarse así nomás con las consecuencias, más estando en un punto si se quiere "deserotizado".. va a doler mucho, no sé si lo voy a poder manejar.. Una vez más, ¿yo dejé que las cosas llegaran a este punto? Inconscientemente tal vez, pero definitivamente.Yo a veces no entiendo cómo puedo ser tan egoísta y poner tan así mis necesidades sobre todo lo demás que existe en el mundo. Sé que es característico de la relación y el marido obtiene algunas ventajas también en este intercambio, sobre todo si es de dominante por naturaleza y le interesa realmente tener el control. Eso es todo lo que hay en juego... se tiene o se exige del otro. Sin embargo ahora (que las aguas se calmaron por unos días) puedo pensar la forma más racional de armar este asunto. Creo firmemente que la dd funciona y "cambia" efectivamente actitudes y comportamientos. No cambia ideologías o creencias, o circunstancias donde todo el mundo debe ser tolerante. Pero cambia cuestiones que ambos en la relación saben expresamente que son negativas.
Sin hablar del tiempo ni de ninguna banalidad, sin hacer nada de lo que supuestamente hace apenas llega y con la más severa expresión de seriedad señaló el dormitorio y me dijo que lo esperara allí. Yo discuto absolutamente todo, a veces demasiado, y resisto mientras puedo. Eso es un juego quizá. Pero esta vez era un juego demasiado serio y no pude objetar nada. Sólo me dirigí al dormitorio y esperé recostada sobre el placard, cruzada de brazos.. Me imaginé que iba a tardar un rato (sabe que no puedo esperar nada, que la impaciencia me devora) hasta que trajo una silla y una sensación fría me recorrió el cuerpo. Rara vez usamos posiciones tan rituales. Creí que iba a ser sobre la cama o quizá (esperanza que nunca se pierde) sobre las rodillas. Me indicó inclinarme apoyando el estómago sobre el respaldo de la silla y tomando la base con las manos, cosa que obviamente ya esperaba, y ordenó que me bajara los pantalones y cuando lo hice me recordó que la ropa interior también. Entonces previa recapitulación sobre qué se trataba el asunto me preguntó "¿Cuantos eran?" Yo generalmente, no sé si por rebeldía o porque es una situación difícil, no respondo de buenas a primeras si es que había un número estipulado. O respondo otra cosa. Pero, recordando que todavía tenía la cola colorada de la noche anterior y que no me iba a ser fácil recibir los 40 que ya eran, no quise aumentar el número o posponer de ninguna manera el final y dije: "Cuarenta". Como había tardado unos segundos él me respondió algo así como "mejor así".
Es difícil explicar la situación. Vi de reojo que se sacaba el cinturón, estando en una posición tan.. desprotegida. Y él se mantenía tan distante, hasta tenía determinado tono de voz que yo no podía procesar.
Entiendo que no sólo nosotras tenemos límites. Tal vez él me estaba demostrando que yo más allá del motivo (de rebelarme o no, limpiar la cocina o no) había hablado sustancialmente de más la noche anterior y había tocado alguno de los suyos. Y no todo es play spanking o spanking erótico. A veces las consecuencias no son tan agradables.
Antes de empezar me aclaró que cada vez que moviera las manos de la base de la silla agregaría 5 más. Me imaginé que no iba a poder evitarlo y al número 7, sin pensar en nada, solté la silla y salí caminando del área de impacto. Me ordenó seriamente que volviera a asumir la posición y agregó "siete menos cinco dos, seguimos desde el dos." ¿Cómo iba a hacer para resistirlo? De alguna manera logré mantener la posición salvo en un momento que me moví de más, el cinturón golpeó demasiado alto, entonces grité y me puse de pie. Pero lo dejó pasar porque realmente fue difícil de tolerar ese golpe (que generó ciertas marcas como tres o cuatro líneas coloradas) pero quedó claro que eso fue consecuencia de mi movimiento. El resto de las nalgas estaban completamente coloradas. Yo en ese momento comencé a llorar desconsoladamente. No lloro todos los días, en realidad casi nunca lo hago pero la situación, la distancia, la manera de dirigirse a mi.. no lo pude evitar. Así terminamos el resto de los 45. Según me dijo después, porque yo perdí la cuenta (como generalmente me pasa).
Por lo tanto yo no sabía aún si había terminado o no y continuaba llorando sobre el respaldo de la silla. Me dijo que no me moviera y así pasó un minuto, dos.. no sé. Volvió y siento su mano, una sensación fria.. y entendí que había ido a buscar el clásico dioxaflex gel. Ahí fue cuando realmente lloré, de alivio, descarga, un poco de culpa tal vez? y llorar de esa forma es una catarsis comparada casi con nada en el mundo. Me puso de pie y me abrazó un rato largo y me dijo "Traje chocolates".
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