Una paliza memorable

Les voy a contar la peor paliza que recibí en mi vida hasta hoy (aún contando las antológicas de la época en que Patricio y yo no vivíamos juntos y acumulábamos listas de faltas). Voy a empezar por el principio, para dar una idea del panorama general. Al final les daré mi opinión al respecto.
Todo comenzó hace un par de días, como observaron algunos, en que mi mal humor pasó los límites aceptables. No se sabe en general quién tiene razón en las discusiones y yo, obviamente, considero que yo. Lo que sí debo que aceptar es que muchas veces tengo un muy mal modo de expresar mis "opiniones". Así pasaron un par de días en que tuvimos un par de roces que quedaron en la nada porque como les comenté tenía el período y Patricio siempre respeta mucho cualquier indisposición que una pudiera llegar a tener (cosa que le agradezco btw) aunque cuando toma una decisión es imposible que cambie de idea, haya el problema que haya.
En general nosotros nos llevamos excelentemente (decir "bien" no haría justicia). Eso hace que encontrar motivos sea realmente difícil. En general mi optimismo es inmejorable. Ayer, sin embargo, tenía uno de esos días excesivamente insoportables en que cada dos palabras introduzco la frase "no me prestás atención", generalmente de maneras nada poéticas. Llegó la noche y Patricio decidió irse a la cama, aproximadamente a las 2am. Como les comentaba todavía estamos de mini-vacaciones (al menos hasta mañana) y entonces los horarios se desarticulan un poco y la contemplación por sueño ajeno, que tengo los días laborables, se esfuma instantáneamente. Antes de que se fuera a dormir me encargué de que observara puntualmente mi mal humor. "No me voy a acostar con vos ni me llames mañana porque tampoco te voy a acompañar". (Había prometido acompañarlo a un lugar) Ok, se metió en la cama y pretendió ignorarme.

Quedé en el living por mi cuenta, inquieta, aburrida y sumamente molesta. En ese estado diversas ideas incorrectas me empiezan a dar vueltas por la cabeza. No las voy a escribir porque cuando entro en razón hasta me cuesta creerlas. Hice un detalle mental de todas las cosas que me molestan y las escribí en un archivo (que después borré). Un minuto después me di cuenta de que no iba a poder dormir, ni tenía ganas de que él lo hiciera tampoco, sin escucharme antes. Claro que siempre me enfrento a este dilema: si voy y le tiro todo esto encima, tengo muy altas probabilidades (digamos 99%) de que me de una paliza ahora. Y realmente yo consideraba él que tendría que haberlo hecho antes, por iniciativa propia, en lugar de ignorar mis comentarios. Por lo tanto mi estrategia debía ser ir a la cama, hablar de la manera más tranquila y racional que pudiera y después enfriar las cosas. Por supuesto esto nunca funciona pero tampoco podía quedarme con ese humor sentada sola en el living.

Así fue que me acerqué al dormitorio, me senté en la cama y como Patricio todavía no se había dormido se sentó a su vez y se dispuso a escucharme. No voy a dar detalles de lo que dije porque como ya comenté no coincide con lo que creo cuando soy más "razonable". Y salvo por el hecho de que lloré un poco en un momento mi tono fue bastante tranquilo. Él me escuchó y me dijo que por qué siempre se me ocurrían esas cosas a las dos de la mañana, que es su argumento principal. Yo le dije que se me ocurrían todo el tiempo, pero que cuando se iba a dormir, y en cierta forma me dejaba, se potenciaban, lo cual es algo que no puedo evitar. Me dijo que él pensaba que yo tenía el período y por lo tanto no podíamos hacer nada. Yo le dije que ya lo sabía, pero si las señales de "fuera de control" eran evidentes no podía ignorarme para siempre. Al final me dijo que ante situaciones como estas él de ahí en adelante iba a obviar que yo tengo la menstruación, pero es algo que debo saber. Ok, estamos de acuerdo. Ahora mi tema es el siguiente: yo voy, lloro, digo todo lo que pienso (por más incorrecta que sea mi posición) y no quiero entonces "ahora", porque hice este escándalo, que me de una paliza. Porque fui y rompí la escena hablando de la escena, cosa que odio. Patricio me dijo que no le interesaba, que no me correspondía a mi decidir. Y realmente llegado ese punto soy puro odio porque siento que hasta ahí jugaba mi necesidad pero desde ahí (el momento de hablarlo) comenzó a jugar el hecho de que yo no lo quería. Como si el hecho de no desearlo lo excitara o algo. Pareciera que siempre termino cobrando cuando ya no quiero hacer nada. Me explicó algunas razones más, que no recuerdo (jaja.. desastre de mi parte) y esto se extendió un rato más. En un momento me tomó del brazo e hice algo que nunca había hecho hasta ahora: resistí físicamente hasta el extremo. Me puso sobre las rodillas (y me dio unos cuatro o cinco chirlos) yo forcejeé hasta que me zafé. Él me tomó de los brazos y me puso sobre la cama y yo seguí con toda la fuerza que tenía. En un momento me dejó caer y volvió al living. Un minuto después lo seguí. Había apagado mi laptop. Le pregunté por qué lo hizo a lo que respondió: "porque tengo ganas". Me dirigí a la heladera y saqué una botella de agua. Es increíble lo que me había afectado físicamente la pequeña lucha que habíamos tenido. La tensión del ambiente seguía incrementándose mientras las posibilidades de resolverlas estaban cada vez más lejanas. Me gritó que ahí tenía mi computadora, que hiciera lo que quisiera porque él se iba a dormir. Realmente no tenía ganas de hacer ni romper nada así que un minuto después lo seguí y me metí en la cama mientras planeaba cómo iba a ignorarlo al día siguiente.

Me acosté en una punta, para evitar el contacto físico (en este departamento tenemos un solo dormitorio, pero además es también mi cama). Patricio giró y me atrapó con ambos brazos. Intenté soltarme y no pude. Me susurró en el oído una frase que aún recuerdo: "¿Qué pasa? Somos nosotros dos..." Ahora lo sé, pero en ese momento estaba lejos de tocar tierra. Varias veces más intenté correrme. Él me dijo que me amaba y por eso iba a dormir abrazado conmigo. Me preguntó si yo lo amaba y le respondí que no. Varias veces... Por supuesto que es mentira, pero en ese momento uno puede decir muchas cosas que realmente no piensa. Le pedí que me soltara porque no tenía sentido para mi dormir así y todo me daba igual. A esta altura ya estaba casi llorando de nuevo. Conclusión, sólo hay una forma de resolver esas situaciones. Si eso no sucede todo lo que queda adentro puede llegar a ser peligrosísimo. Me preguntó si iba a forcejear.. me dijo: "estoy viejo para eso" (lo cual no es verdad, aunque en ese momento le dije que sí..) Le respondí que no sabía. No sé lo que voy a hacer, no quería recibir una paliza en ese momento. Pero por sobre todas las cosas no podía seguir así toda la noche. Me puso sobre las rodillas.

Me dio una buena (más que buena) cantidad de chirlos. En la cola y la parte en que la cola se encuentra con los muslos. Suponía que se me venía una paliza bastante larga así que no me quejé demasiado (un poco es inevitable) ni intenté taparme más de unas cuatro o cinco veces. Alguno dijo por ahí que le parecía excesivo más de 100 chirlos. Creo, de onda, que no sabe de qué está hablando... en un momento como este que estoy relatando ese es el principio del principio. Un momento después Patrico se inclinó y tomó una ojota (que ya hemos mencionado en otra ocasión) del suelo y me dio con ella si reprimirse en absoluto. Es un instrumento lo suficientemente liviano (aunque esta en particular no es de las más livianas) como para impactar con todas las fuerzas. Se tomó varios minutos y si bien no conté los golpes debe haber sido una cantidad similar a la de la mano, lo que tuvo como resultado que la cola quedó perfectamente colorada y caliente y ardiendo como no se pueden imaginar. Un minuto después se relajó y pensé que había terminado. Pero me tomó del brazo y me puso de rodillas sobre la cama ordenándome que me quede en esa posición. Me dijo "Bueno, parece que la cola está lo suficientemente caliente como para seguir adelante". Apenas se puso a buscar me di cuenta que iba a usar una cane. Le llevó un rato encontrar la que estaba buscando (yo estaba de rodillas, pero no en la posición que me había indicado) por lo que me tomó del brazo y me volvió a retar, empujando mis hombros contra la cama (posición que deja la cola terriblemente expuesta) y comenzó a acariciarme las nalgas con la vara. (Cosa que hizo durante todo el castigo)

Este fue sin lugar a dudas mi peor encuentro con la cane. Cualquier opinión que haya puesto sobre este instrumento hasta ahora queda totalmente desactualizada. No me cortó la piel ni me dejó excesivas marcas (aunque tengo algunas marcas leves, aún hoy) pero fue mucho más severo de lo que estamos acostumbrados a experimentar. Lloré muchísimo, como nunca antes durante una paliza. Patricio siguió adelante, a pesar de mi llanto, unos cuantos golpes (digamos cinco o seis golpes) sobre un total de aproximadamente veinte muy bien dados. Luego me sostuvo y me consoló, y lloré varios minutos más sobre su pecho. Mientras usaba la vara no pude evitar pensar en el momento que me tenía abrazada fuerte en la cama y yo quería zafarme. ¿Qué me pasa a veces? ¡Si lo amo desesperadamente! Durante la paliza le pedí que me perdonara, en un momento en que ya había cedido todas las defensas y resistencia. Me dijo que estaba todo bien, que me ama muchísimo.

Hoy nos levantamos temprano y lo acompañé tal y como había prometido. No pude evitar mirarme en el espejo, todavía tengo algunas marcas, justo en el lugar donde la cola apoya al sentarse, lo que hizo que recordara la paliza durante todo el día. Fuimos a tomar el tren y no pude estar mucho tiempo en esos bancos de madera de la estación. En otras ocasiones sentí cierta molestia, como un recordatorio, al sentarme. Pero nunca me había dolido así! Patricio se divirtió bastante repitiéndome durante todo el día: "¿Te vas a portar bien ahora?" Frase que en estos casos uno debe responder sin agregar ninguna ironía para evitar cualquier riesgo de terminar otra vez sobre las rodillas (ni siquiera un par de chirlos tengo ganas de probar). Y yo que le demandaba atención... en general a pregunta retórica yo respondo irónicamente o con la típica frase "Uy sí, qué miedo..". Hoy, por el contrario, me comporté como hacía tiempo no lo hacía. Tuve mis arranques, porque soy mujer y soy humana, tipo "¡no quiero ir por esta calle!" etc. a los que Patricio agregaba la pregunta "¿Tenés algún problema?". Yo como imaginarán no tenía ninguno. Creo que me voy a portar bien por varios días... cada vez que intento sentarme (con cierto cuidado) recuerdo que es lo más conveniente. ¡Cómo me arrepentí de haber llevado las cosas a tal extremo! Aunque llorar estuvo bueno, hacía rato que no lloraba así y es otra cosa que también necesitaba bastante.