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Una fantasía escolar (segunda parte)

La alumna llegó veinte minutos después de lo planeado a la puerta de la oficina. No sabía todavía por qué la había citado pero estaba tranquila, después de todo durante el año siempre habían tenido muy buena relación en clase. Golpeó la puerta del despacho que el profesor usaba para atender clases de consulta (y otros asuntos personales) y cuando oyó la voz que decía "adelante" entró en la habitación. Saludando alegremente "Hola! ¿Qué tal?"
Él estaba muy serio, más que de costumbre. Apenas si la miró un segundo para bajar la vista nuevamente sobre algunos papeles.
-Llega tarde…
Ella no supo qué decir así que sonrió como respuesta y permaneció observándolo, con las manos cruzadas en la espalda. Esperaba que le dijera que tomara asiento pero como no lo hizo tuvo que permanecer de pie. La oficina estaba limpia y ordenada. Ya había estado allì varias veces y sin embargo había en el ambiente cierta extrañeza, como si hubiera algo más, algo que ella todavía no sabía. O tal vez sabía.
Hizo un esfuerzo para hablar pero él la interrumpió con la pregunta.
-¿No se imagina por qué la mandé a llamar?
El tono y el trato formal la sorprendió. Negó con la cabeza porque no podía articular ninguna palabra.
-¿Usted cree que yo soy tonto no?
-Noooo.. – Respondió, no sin sinceridad. Estaba sorprendida pero al mismo tiempo cierta cosquilleo comenzó a subirle por las piernas hasta el estómago. ¿Cómo iba a pensar eso? Con lo que le fascinaba mirarlo, escucharlo, hablar con él.
Entonces el profesor señaló una carpeta sobre la mesa y en un segundo notó que era la monografía que había entregado una semana atrás. Algo de pronto no marchaba bien.
-Esta monografía no es suya..- siguió con la explicación de rigor, teniendo en su poder el original de la misma. Ella casi había olvidado el hecho. Al no tener tiempo y no querer fallar en los objetivos de la materia había conseguido un ejemplar que le habían jurado pasaría inadvertido. De pronto la prueba estaba allí sobre la mesa y sintió una sensación parecida a un desmayo.
-¿Tiene algo que decir en su defensa? El profesor seguía utilizando el mismo tono distante. Ella estaba a punto de llorar pero de alguna manera supo que eso no arreglaría absolutamente nada. Por otra parte pensaba una excusa.. qué decir? La prueba estaba allí frente a sus ojos. Seguía de pie, observando las carpetas sobre el escritorio, mirando al profesor a los ojos.. él no cambiaba de expresión. Ni siquiera una vez sonrió. Como ella no dijera una palabra continuó..
-Voy a tener que informar esto, es muy probable que la expulsen por una cosa así.. pero entenderá que no puedo dejar pasar este incidente. Nunca hubiera esperado esto de usted..
Entonces ella entendió que era el momento de hablar. Tenía que decir algo, defenderse, rogarle, tratar de seducirlo.. alguna cosa, pero cómo? Pensó en su familia, en lo que todos pensarían si se enteraran de lo que había hecho.
-Yo sé que está mal lo que hice.. pero no me pueden expulsar. Esto es lo único que tengo en mi vida, si lo pierdo no tengo manera de empezar de nuevo. Usted tiene que entenderme, nada más quiero otra oportunidad...
-Eso no sería muy justo para el resto de los alumnos, ¿no? ¿Espera que deje las cosas como están, como si no hubiera pasado nada?
-No.. pero tiene que haber otra forma de arreglarlo...
En ese momento ella hubiera accedido a cualquier cosa que le pidiera. Sin embargo nunca imaginó lo que él dijo a continuación:
-Creo que esto no puede quedar impune ¿no le parece señorita?
-Sí.. - respondió ella casi suspirando.
-Vamos a olvidar este incidente en el futuro pero usted va a aceptar el castigo que yo le voy a imponer, ¿está de acuerdo?
-Sí, haré lo que sea -agregó con alivio. Cualquier posibilidad era una posibilidad. De pronto el profesor parecía más accesible. Después de todo, ¿de qué forma podía castigarla? El único problema era terminar con esta entrevista que parecía eterna, una vez que atravesara la puerta él ya no tendría más incidencia sobre su vida.
Entonces él señaló una regla de madera inmensa que descansaba sobre una silla.
-El castigo consistirá en quince golpes con esa regla.–dijo -¿entendido?
-Pero.. pero.. –ella no podía salir de su sorpresa- no puede ser..
-Está bien, entonces tendré que informar lo de la monografía.
Él hizo un movimiento, un gesto hacia la puerta.. como para dar por terminada la discusión. Ella lo detuvo y le dijo que aceptaba cualquier cosa quele propusiera. No sabía todavía cómo iba a resistir la regla pero estaba dispuesta a luchar hasta el último tramo.
-Muy bien- dijo él –inclínese sobre el escritorio y levántese la pollera hasta la cintura.
Ella vaciló pero lo hizo. –Y bájese la bombacha también.
-No, no puede.. –ella quizo defenderse.
-Mire, de otra manera no creo que este castigo sea efectivo y estaríamos perdiendo el tiempo…
Entonces lo hizo. Asumió la posición sobre la mesa.. esperó un minuto quizá (que pareció no terminar nunca) y cuando de alguna manera no lo esperaba un golpe le cruzó las nalgas dejando un ardor momentáneo. Pensó que de ser así no iba a ser tan terrible hasta que llegó el siguiente golpe, y otro más.. Recién iban tres, se dio cuenta que no le iba a ser nada fácil resistir los quince. Al cuarto no pudo evitar gritar y se le humedecieron los ojos. Al quinto sollozó y como hiciera un ademán de moverse el profesor advirtió.
-Hasta ahora lo está haciendo bien pero si llega a moverse empezaré a contar los quince de cero nuevamente.
Con esta aclaración aguantó los diez restantes. Los últimos fueron difíciles de soportar y sollozó un poco e hizo algunos movimientos involuntarios, pero sabía que no tenía otra opción puesto que merecía un castigo. El profesor terminó y dejó la regla sobre la mesa. Se acercó a su alumna y la ayudó a incorporarse. Esperó a que secase sus lágrimas, acomodase su ropa y le dijo que ya había pasado y ahora olvidarían el incidente anterior. Sin embargo le recordó que de todas maneras debía traer la monografía como el resto de sus compañeros si bien ahora tenía algunos días más para hacerla.
-Nos vemos el viernes aquí mismo, a las seis. Espero que esta vez sea puntual.
Ella caminó hacia la puerta sintiendo una sensación de ardor en las nalgas que cada tanto acariciaba con su mano derecha. También sentía cierto alivio y decidió ponerse a trabajar en seguida con la seguridad de que su esfuerzo iba a ser tenido en cuenta. Por un momento fugaz una idea cruzó su mente.. y si no hiciera la monografía, cómo iba a reaccionar él? Pero hay riesgos que una chica no debe correr, mejor aprobar la materia, después el tiempo dirá.

Comentarios

maria dijo…
De nada!! No te preocupes, creo que hay mucha gente a la que le gusta. También hay mucha gente a la que no le gusta, y muchísima a la que le es totalmente indiferente. :))
Ahora en serio, este blog no pretende ser una página comercial, ni tener criterios universales, ni gustarle a todo el mundo. Nada más son algunas opiniones, ideas, fantasías acerca de un tema que nos interesa a unos cuantos. Es más, está teniendo más visitas de las que hubiera esperado... Igual gracias por tus comentarios. La idea siempre es seguir poniendo cosas (aunque a veces no quede como uno esperaba) yo y el vago de Patricio (que dice siempre que va a escribir.. y ahí lo ves). Saludos..
Anónimo dijo…
Me ha gustado mucho el relato.

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