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Probando nuevos instrumentos

Ayer quedó cerrado y enterrado el período vainilla (si es que hubo alguno) y hace rato que no recibía una paliza de estas características. Teníamos pendiente el tema de ir a dormir a una hora razonable... y para aumentar las consecuencias reincidí la noche siguiente. ¡Es que no lo puedo evitar! Cuando quiero darme cuenta son las cuatro de la mañana..
Últimemente, como les comentaba, Patricio fue bastante indulgente con mis estadías nocturnas. Hasta ayer.
Volvió del trabajo y como estamos, como siempre, en medio de nuestro idilio, terminamos en el dormitorio abrazados en la cama. Estar en esa posición, boca abajo acostada sobre su pecho, ya me daba un mal presentimiento. Él alcanzaba a acariciarme la cola con la mano y yo sospeché que de alguna manera sabía que la noche anterior había vuelto a las trasnochadas. Entonces me dijo que teníamos una oportunidad para probar el nuevo instrumento (me lo imaginaba) y que le dijera a qué hora me había ido a dormir.. Yo no estaba dispuesta a ceder tan facilmente, la palabra es el último recurso que nos queda y realmente nos condenamos más con lo que hablamos que con lo que hacemos. Pero él hizo la cuenta solo y me dijo que si me había ido a dormir dos noches seguidas a las cuatro y media (¿cómo sabés a qué hora vine a la cama?)..
- ¿Cuántas horas eran?
Rápidamente le dije: -Cinco horas. (Dos horas y media cada día, después de las dos)
- No -me dijo- son seis.. (El trato es que cada fracción de hora cuenta como una hora)
- ¡Noooo.. dos y media más dos y media cinco! (Un poco de resistencia)
- Seis.. ¿Cuántas eran por cada hora?
- No sé.. (La otra opción es decir cualquier cosa)

Al final, cansado de discutier decidió que eran diez por hora, hicimos cuentas.. Simple, no? Sesenta con esa especie de tawse. Pero estaba bien, yo por un momento pensé que lo iba a dejar pasar y la verdad (me arrepentiré de escribir esto) ya estaba necesitando un límite y uno de este estilo. Por suerte me dejó quedarme sobre la cama, que es la posición más fácil de sostener (y más cómoda) y la verdad es que después de los primeros diez azotes pensé que eso iba a ser más fácil de lo que creía. Obviamente Patricio iba controlando mis reacciones, lo que le hizo aumentar la velocidad y la intensidad un poco más y cuando estaba llegando a los cuarenta ya el ardor era muy intenso. Allí tuvimos una pequeña diferencia acerca de usar o no la cane (que se imaginarán lo que duele en esas circunstancias y con la cola así de roja) y al final seguimos igual que antes hasta que llegamos a los sesenta. No tenía marcas (creo) pero mis nalgas estaban totalmente coloradas. Me quedé en esa posición un minuto más (por las dudas) hasta que sentí sus manos en mi espalda.. y su boca en mi cuello.
- Te amo -me dijo
Cosquillas me recorrieron todo el cuerpo. Ese contacto después de los azotes llega a tener una electricidad impresionante. Lamentablemente para mi el castigo no había sido suficiente porque nos enredamos en una pequeña conversación, casi banal, acerca de que él no sabe a qué hora me voy a acostar.. o sabría que en realidad eran las cinco y cuarto. Aunque no lo crean.... eso dije, y como les comentaba, nada es peor que la palabra propia para condenarse. Esto tuvo como consecuencia, a criterio de Patricio, diez golpes con la cane, cinco por una hora más (15 minutos!!) y cinco por mentir (no es que mentí, él había dicho que eran las cuatro y media..)
Y a pesar que estaba muy en el mood.. los cuatro últimos golpes de vara fueron insostenibles y no pude evitar sollozar un rato. Entonces tuvimos sexo intenso, casi de otro planeta.
Minutos después estuve un tiempo sin sentarme, mientras cocinaba y hacía otras cosas.. yendo de acá para allá por el departamento y pensando lo bien que estaba llevando la paliza, que había sido una buena. En un momento Patricio me detiene, me sienta sobre las rodillas y me pregunta cómo estoy. Yo siento que estoy bien.. casi podría empezar a molestar nuevamente (jeje) él dice que está contento.. Ambos somos felices hasta que tomo asiento (en la silla) y entonces recordé todos y cada uno de los golpes con la vara, sin olvidar el ardor intenso de la tawse sobre todo en algunos sectores. Me dieron esas ganas de llorar (ay, ojalá pudiera) y reir al mismo tiempo. Le comento a mi amor mi situación y me dice que entonces mejor me porte bien porque de ahora en más no van a haber condescendencias de ningún tipo. En fin, ¿cómo no voy a amarlo? Es un dulce, jamás levanta la voz, jamás se enoja realmente. Sin embargo es imposible hacer que cambie de opinión una vez que tomó una decisión acerca de algo. Y la tiene demasiado clara... así que a andar con cuidado.
Asumió este lugar en nuestra relación... tal vez sea natural, y seguro lo disfruta (espero que tanto como yo) y aunque nos llevó un tiempo finalmente lo hace tan bien que nunca deja de sorprenderme. ¿Terminará ganando en la cruzada contra mis trasnochadas? Lo veremos.. (la de ayer fue una buena jugada, pero no sé si es fácil que una chica aprenda lo que todavía no puede aprender) Por el momento ya pasó un día entero y pienso que es mejor para mi escribir en la cama... Inconscientemente sigo evitando las sillas. ;)

Comentarios

maria dijo…
Sí ¿demasiados implementos, no? Yo me temí que Patricio me la hiciera sacar (por la silla).. pero a mi me gusta como quedó.

Después de todo cada cosa sucede detrás de las puertas de algunos dormitorios en la Argentina que uno ni sospecharía... Y en otras habitaciones también.

Un beso, y gracias por los comentarios, como siempre.

María

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