Nos conocemos desde hace bastante y ya Patricio me había puesto sobre sus rodillas numerosas veces. Cada vez que nos encontrábamos y tenía algún motivo, es decir siempre, puesto que la distancia nos impedía encontrarnos con la frecuencia que hubiéramos deseado. Alguna de esas palizas fueron memorables, pero había algo que faltaba en la escena.. cierta naturalidad que surge de compartir la vida cotidiana. Si bien Patricio tenía sus motivos (o él creía que los tenía :p) las consecuencias se desarrollaban desafortunadamente en otros momentos distintos de las causas. Todo cambió cuando nos mudamos hace más de dos años a este departamento de la ciudad de Buenos Aires (desde donde escribo este blog). Vivir juntos fue lo mejor que me pasó en la vida. Y somos felices y no podemos estar un minuto el uno sin el otro. Claro que ahora tengo que andar con más cuidado pues las causas coinciden temporalmente con las consecuencias. Aunque ya sabíamos todo lo que teníamos que saber, aún no habíamos pro...